/> Caminar para sanar – Moira Millán

Artículo publicado en awasqa

Nota de los editores:

El pasado 14 de Marzo de 2021, un grupo de mujeres de los pueblos originarios de Argentina, salieron rumbo a Buenos Aires para lanzar una campaña que tipifique el “terricidio” como un crimen de lesa humanidad. Moira Millán, Weychafe Mapuche que encabezó esta caminata, nos comparte sus razones y sentires detrás de la necesidad de recorrer el país a pie.

La República de la Argentina fue fundada sobre el genocidio de pueblos indígenas durante la conquista inquisidora y después la llamada “Conquista del Desierto”entre 1878 y 1885. Se cálcula que por lo menos 60 mil personas fueron asesinadas durante esta campaña militar y otras 20 mil desplazadas, internadas en campos de concentración y hasta vendidas a familias ricas como sirvientes. Lamentablemente, la violación de derechos humanos y territoriales, así como una cruel discriminación, perdura en Argentina como se evidenció recientemente con las declaraciones racistas del Presidente Alberto Fernández. 

La Weychafe Mapuche Moira Millán nos recuerda que aunque el orden establecido sigue discriminando y atacando su forma de vida, la resistencia de los pueblos originarios está viva y perdura tras generaciones de lucha.

En el mes de febrero del 2021, atendí el llamado de una mujer Wichí, su voz entrecortada por el llanto  me contó su pérdida, otra jovencita indígena violada, torturada y asesinada. Se trataba de su sobrina, a quien conocí cuando caminé el país para construir el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. En aquel entonces la niña tenía tan solo 11 años, era vivaz, bilingüe y durante mi estadía en las tierras del impenetrable chaqueño, ella fue mi guía e intérprete. Eso sucedió en el 2013, después no pude regresar, pero su tía me cuenta que se convirtió en una bella jovencita inteligente y solidaria.

A principios de este año desapareció, durante cuatro días nada se supo de ella, peregrinaron por las instituciones judiciales pidiendo ayuda, pero solo obtuvieron indiferencia, desidia y racismo. El cuerpo de la joven fue hallado en un descampado no muy lejos de la ruta. Violada y torturada. Quienes cometieron el crimen se aseguraron que el dolor precediera a su muerte con toda la carga de odio racista del que podían valerse. Lloramos juntas en el teléfono, sentí un fuego ardiendo en mi pecho de rabia  y dolor, en ese minuto en donde el amargo sabor de la injusticia se empozó en mi garganta, su relato vino a sumarse a esa espesa capa de acontecimientos que dan forma al terricidio.

También en aquellos días de febrero unas manos siniestras encendieron los bosques. El caluroso verano, de temperaturas inusuales para la Patagonia, trajo sequías y fuego.  El escenario signado por las llamas generaron la devastación de 20 mil hectáreas y centenares de familias damnificadas. Según datos  de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales de Argentina, durante el 2021 se quemaron más de 40.000 hectáreas en todo el país durante los meses de enero y febrero, pero el año anterior superaron más de un millón de hectáreas quemadas. Los feminicidios, trasvesticidios, transfeminicidios y un silencioso genocidio, ¡ya no sólo contra los pueblos indígenas sino contra los pueblos del mundo!

El sistema terricida ha construido un orden perverso en donde la amnesia colectiva, las sociedades obligadas a olvidar, habilitan reanudaciones y repeticiones de mecanismos de tortura y muerte. Parece que nada hemos aprendido, por el contrario, intentamos emular a nuestros verdugos y nos dejamos permear por discursos de odio.

Marcha por el terricidio
Moira Millán sosteniendo un cartel con el mensaje, basta de terricidio

Es por ello que nos decidimos a caminar para sanar, portando nuestra verdad como un candelero que brinde un poco de luz en medio de tanta oscuridad. Así, el 14 de marzo, Día Mundial de Lucha Contra las Represas, a la orilla del río Carrenleufú, amenazado de muerte por el proyecto hídrico de seis represas de La Elena, nos fuimos caminando. En principio, cuatro mujeres desde El Lof Mapuche Pillañ Mahuiza en el sur de la Puelmapu, Patagonia; nuestro objetivo era llegar a Buenos Aires para situar en la agenda social la lucha contra el terricidio. Debimos recorrer unos 1,900 kms.

Pronto se fueron sumando más voluntades en este caminar del bloque sur, mientras que unos días después de nuestra partida, otras emprendieron la caminata desde otros puntos del país. El bloque norte, que arrancó con 15 mujeres Qom, ese grupo era heterogéneo, con mujeres ancianas, jovencitas y niñas. En su largo caminar sufrieron maltrato y discriminación, les costó conseguir un lugar donde dormir, resolver cómo comer y hasta trasladarse fue un problema, porque cuando sus piernas agotadas las empujaba a abordar un transporte público, las empresas se negaban a venderles pasajes sólo por el hecho de ser indígenas. La misoginia y el racismo determinan el comportamiento social de las repúblicas coloniales, y sobre todo en el norte de Argentina. Más de 1,200 kms recorrieron las mujeres del bloque norte, pertenecientes a la nación Qom.

A finales del 1800, Argentina concluyó su proceso colonizador, invadiendo hasta el último centímetro de los territorios indígenas. En esa cruzada colonizadora y civilizatoria, miles y miles de familias de diferente naciones indígenas fueron asesinadas, y las sobrevivientes reducidas en campos de concentración, a la que llamaron reservas. Pueblos enteros fueron arrancados de la faz de la tierra por la ambición desmedida de los colonos que fueron capaces de arrancar testículos y senos a las cuerpas y cuerpos indígenas para hacerse de las recompensas que ofrecían las familias oligárquicas asentadas en nuestros territorios, llevando adelante una limpieza étnica. Lisa y llanamente un genocidio.

El mundo que mis ancestros conocieron, se ha convertido en un relato oral del Buen Vivir, pero ni siquiera podemos imaginarnos, ¿cómo era? ¿Cómo sería ser parte de una sociedad donde la reciprocidad, el respeto y la amorosidad a todos los seres fuera parte fundante de una estructura epistémica? Un sistema de creencia cosmogónica, horizontal y circular. En tiempos de pandemia, donde la muerte nos arrebata todos los días a los seres que amamos, el miedo nos confina a la soledad y el encierro,  la incertidumbre desmorona todas las certezas, quedando expuesta la ficticia seguridad con que armaron este sistema injusto. Sentimos la urgente necesidad de caminar, para escuchar, ver, hablar, compartir, abrazar y sanar.

“El viejo mundo se muere. El nuevo está lejos de aparecer y es en este claroscuro que surgen los monstruos”.  —Antonio Gramsci

Esto es exactamente lo que estamos viviendo. El neofascismo, liderando las filas de la corporocracia extractivista, el discurso de odio calando desde los medios contra todo lo que represente alternativa y diversidad.

Desde el 14 de marzo hasta el 22 de mayo, las caminantes contra el terricidio estuvimos en 26 localidades, 10 provincias, en las que generamos asambleas populares, reuniones de mujeres, ceremonias espirituales, pinta de murales y talleres culturales. Atravesamos diversos paisajes naturales y sociales.

Compartimos testimonios de lucha y recibimos relatos de injusticias que parecían haber sido extraídos en épocas coloniales. Niñas violadas en comunidades indígenas, familias en situación de esclavitud, multimillonarios encerrando a comunidades indígenas y a campesinos. En pequeños poblados nuestra llegada despertó la alerta de los latifundistas quienes raudamente se organizaron enviando a policía a hostigarnos y también a funcionarios municipales. Amenazas no faltaron pero a pesar de todo ello, no nos detuvieron.

Un sueño nos habitaba para continuar y era reclamar justicia, que el terricidio sea considerado un crimen de lesa humanidad y lesa naturaleza. Es importante aclarar que terricidio es el asesinato sistémico contra todas las formas de vida, incluyendo los ecosistemas perceptibles o espirituales, muy importantes para los pueblos indígenas.

Todas las vidas son valiosas y se ensamblan entre sí, constituyendo un orden cósmico que ha sido letalmente quebrantado por la matriz civilizatoria impuesta. Nuestro caminar nos reafirmó en la idea de que desde este sistema no hay reparación posible, la integración es maléfica, y para lograr memoria, verdad, justicia y libertad habrá que desintegrar el sistema y crear uno nuevo , una revolución ancestral es el reto. Éste caminar solo ha sido el comienzo.